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martes, 31 de enero de 2023

La hora del Ángelus

Hace justo un año, acababa de enviar un primer borrador de mi novela a la editorial Círculo Rojo para que la calificaran y comentaran si estaba apta para publicarla. Todo viene debido a una casualidad llamada Covid-diecinueve, que me dio el tiempo suficiente para poder finalizar un trabajo que empezaba en el mes de septiembre del año anterior. Me llevé una grata sorpresa cuando tanto la elogiaban ya que, en esto (como en muchas cosas más), es evidente que soy un novato.

Aquella obra, nace a raíz de una entrevista que le hice a Ignacio Moreno de Terry en el Círculo de Labradores y Propietarios de Pedro Caravaca (Sevilla) para el programa ¡A los toros! de la emisora Lora TV, que yo mismo dirijo y presento. En dicha entrevista, Ignacio me contaba sus inicios en el mundo del toro en el que, como muchos de sus antecesores, tomaban las carreteras y veredas para llegar a tal o cual ganadería de bravo.

Ignacio me hablaba de los maletillas. Aquellos personajes típicos que uno podía encontrarse perfectamente ataviados con chaqueta de ante, gorrilla campera, pañuelo al cuello y el hatillo al hombro.  Así es como se forjó junto otros tantos maletillas, como digo anteriores a él y sus compañeros de aventuras. En su caso, Javier Solís e Israel Lancho, hoy día matadores de toros.

En la historia, vengo a contar algo parecido a su realidad, destacando la presencia de tres personajes; Samuel, Alejandro y Joaquín, que pondrán toda la carne en el asador para cumplir sus sueños que no eran más que ser libres, y como menos atados se sentían a la realidad de la vida, era en la inmensidad del campo con una becerra bufando a su paso tras las telas.

Se hace alusión también a la personalidad de ilustres del toreo como Rafael de Paula, Espartaco, Curro Romero, Joaquín Cagancho, o el mismo personaje principal Samuel Cortés Conde, que, a base de golpes con la vida, llega a doctorarse a pesar de todas las piedras que se encuentra en su duro camino.

Se citan también pasajes históricos de la realidad, ya que me parecían interesantes para el aficionado a la tauromaquia; La rivalidad de José y Juan, los comienzos de Paula siendo un niño en su calle Cantarería de Jerez, de Guerrita, de Mariano Benlliure y un largo etcétera.

Cuando leía y releía la obra, me parecía que podía llegar a tener algo de chispa, y que podía gustar a cualquier lector, ya que tiene una evolución rápida, activa, llevadera, contada de manera ágil y fácil de entender.

Hicimos una primera edición de cien ejemplares, los cuales yo repartiría entre familia y amigos, y quedaría como algo simbólico para nosotros. Ni mucho menos pensé lo que realmente se podía vender… La sorpresa fue, que tuve el privilegio de presentarla por primera vez en mi pueblo (Lora del Río) el veintidós de mayo en unas jornadas taurinas, en el conocido Patio de las Arenas del Excelentísimo Ayuntamiento de esta villa, amparado por el matador de toros Eduardo Dávila Miura, y una segunda en la localidad vecina de Carmona el cinco de noviembre, donde colgamos una vez más el no hay billetes, pero esta vez en la Iglesia de San Pedro y con la presencia del maestro que tanto cariño le tengo, Tomás Campuzano.

Fueron dos días muy importantes para mí y mi familia, a la que tengo que agradecer su apoyo incondicional, y la confianza mostrada de manera infinita hacia mi persona. También a mi buen amigo y artista loreño Ricardo Guil Cano, que supo ilustrar con sus inigualables pinceles esos ya conocidos carteles taurinos de la que a día de hoy ya es vuestra obra.

Me viene a la mente en el día de hoy, justo cuando hace un año que le daba final a esa colorida obra en blanco y negro, lo que cada uno ha pasado tras esta maldita pandemia no finalizada. Yo intenté sacarle todo el jugo y juego que pude, y la recompensa está de manera literaria hablando de una de mis pasiones, la tauromaquia. Hagamos de la vida un sueño, y de ese sueño, nuestra propia realidad.

¡Viva el toro, viva el toreo y vivan los toreros!

Hatillo, carretera y manta…



                                                                                                                            Desde la botica

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